Ciencia maravillosa e incomprensible

Atomito


Entre sermón y sermón, además de tomar vino y contar las monedas de la cajita de limosnas también dedicamos un tiempo importante a otros menesteres como escribir cuentos. Queremos evangelizarlos a todos, grandes pequeños, anchos y delgados, altos y bajos, no solo porque habrán más feligreses que depositen sus monedas en la cajita sino porque… porque… porque sí! Para ello, escribimos con la Secre cuentos a 4 manos, algo que nunca se había visto en la literatura escrita y  tampoco alguien antes lo había mencionado en la literatura oral. Sin más preámbulos los dejamos con:

 Atomito

Nació en un día lejano hace mucho tiempo. Su mamá, la de Atomito, Doña Átoma, tomó la decisión de tenerlo con su papá, el de Atomito, Don Átomo, porque querían un hijo único e indivisible y que también fuera positivo.

Era un bebé tan pequeño cuando nació que sus padres, sus tíos y los amigos de la familia, tenían que usar un microscopio muy potente para verlo. Fue creciendo con mucha energía, pues era muy enérgico. Aunque su mamá se preocupaba por sus extrañas costumbres nocturnas ya que le gustaba mucho atomear durante su sueño profundo. Varias veces tuvo que cambiarle las sábanas de su cunita 2 ó 3 veces en una sola noche.

Cuando Atomito empezó la escuela, notaron que el niño atomaba el lápiz con la mano izquierda y sintieron grandes temores por sus posibles inclinaciones comunistas. Un día la maestra le atomó la lección y Atomito atemorizado por no haber estudiado ese atema se quedó atómito sin responder, por lo que lo reprobaron.

Pero el niño daba muestras de una gran capacidad y sus padres lo llevaron a hacerle una atomografía computarizada. Mientras esperaban los resultados del examen, se fueron todos atomarse unas bebidas.

Al crecer, conoció a Tomasa, una vecina de la que se enamoró rápidamente y le prometió grandes explosiones atómicas como prueba de su amor. Ella preparaba los más ricos atomates gratinados de la región y así fueron construyendo el más bello amor e fueron atomados de la mano por doquier, atomizando bellos sentimientos a quienes los veían.

Por la Secre y el Carde

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