El regreso

Por favor todos de pie... por favor... tomen asiento. Quisiera empezar por compartir con ustedes la excelente noticia que de nuevo, el Colegio de Cardenales me envía desde Roma una encomienda semanal con vino en cajita para la celebración de nuestros actos de evangelización y apostolado en este barrio.

Luego de años de peregrinaje por diferentes lugares del mundo (todos ellos en Argentina) especialmente en Santa Fe y en Buenos Aires, me han ofrecido un contrato indefinido y muy jugoso para volver a esta parroquia, ya que el cura García del barrio vecino, ha incorporado exitosamente la venta de jugo de naranja en sus liturgias y querían que yo hiciera lo propio con los jugosos limones que tenemos en el patio trasero.

Tres factores fueron decisivos para decantar mi elección: Primero, que ya conocía a los vecinos, el segundo, que quizás en estos años ya me hubieran olvidado y tercero, que aprovechando la situación por el Covid, el tapabocas serviría para ocultar mi identidad y así evitar que fuera reconocido fácilmente.

Ya pulí la cajita de limosnas y la coloqué de nuevo entrando a la izquierda o a la derecha si van de salida. No hay forma de evitarla especialmente porque dejamos un pasillo angosto para que la procesión frente a ella parezca la fila de la comunión. Recuerden que nuestra comunidad depende de sus importantes y grandes aportes para continuar su misión terrenal.

Recuerdan a nuestra Orden de Misioneros que Buscan su Piscina Propia? OMiBuPiPro para recordarlo más fácilmente,  bueno, pues finamente pudimos conseguirla y ahora tenemos nuevas metas, por lo que cambiamos el nombre a: Orden de Misioneros que Buscan su Parrillero Propio (OMiBuPaPro)! 

La piscina la disfrutamos en pleno durante los dos años que la tuvimos. No pudimos mantenerla porque  llegaban feligreses de todas partes, seminaristas que insistían en seguir mi ejemplo y que tenían que tomar obligatoriamente para aprobar la materia Tentaciones, mi vino de consagrar en cajita y tenía que ser varias veces al día. También las sociedades de protección a los animales que imploraban para que dejara refrescarse a sus mascotas y hasta el carnicero de la esquina venía en las tardes a cambio de la costeleta que nos había fiado el mes pasado. Así que adiós piscina, la cambiamos por una manguera colgada en el patio y aunque no lo crean, el vino nos dura mucho más.

Hoy no hubo sermón, porque solo queríamos contarles que estamos de regreso y que estamos muy contentos de volver a compartir ratos con ustedes. Total,  no hay que pasarles el barrefondo ni ponerles cloro como a la piscina.

Bendiciones.