Sermón del martes: Vendimia

En vista de los cambios de población y la correspondiente mudanza a esta nueva Parroquia, hemos tenido ciertos contratiempos con la dotación semanal de vino de consagrar en cajitas que recibimos de Roma. En la última misa tuvimos que convertir el poco vino sobrante en… ¡agua! Sí, así como lo oyen con sus ojos: ¡en agua!

No es ningún milagro, no, sino que al agregarle un chorrito a las pocas gotas de vino sobrantes, pues quedó pura agua nada más. Yo disimulé para no ofender a los parroquianos en medio de la liturgia, pero sé que es preciso buscar soluciones inmediatas y urgentes, y sobre todo menos traumáticas.

Afortunadamente, para nosotros, tenemos viñedo propio y tan sólo basta asomarse al balcón de la casa cural, estirar el brazo y tomar un racimo de uvas para creer que somos Marco Antonio disfrutando de ello. Me refiero a “ello” como el placer de tomar un racimo de uvas, nada más que estirando el brazo.

Intentaremos ahora, producir el vino propio -Torrontés- como lo hacen reconocidos restaurantes en muchos lugares del mundo con vino propio. Iremos con la Secre y el monaguillo, con las monjas del convento vecino, con Don Pedro el de la carnicería y muchos otros más voluntarios a la vendimia anticipada y quizás, quién sabe, dentro de poco podremos vender a la entrada y a la salida de misa, Vino El Confesionario † en cajita, a precios módicos que nos permitan el próximo año, comprar suficiente néctar de los dioses para todo el verano y dejar los racimos de uva para seguir jugando a Marco Antonio.

Ya estamos aprendiendo de Vinificación, de la molienda, el escurrido, de adición de SO2, del desborrado, la corrección de la acidez, levadurado y sobre la incorporación de Ventonita. ¡Hemos avanzado bastante… ya estamos buscando en el diccionario qué significa cada cosa de esas.

Mantenerlo a 20 grados centígrados no será problema durante su fermentación, para no afectar el aroma ni la redondez del vino propio. De lo que sí es seguro, es que nos olvidaremos desde ya, de la Fermentación Maloláctica. En la parroquia no permitimos malas palabras.

Por ahora, las confesiones quedarán limitadas a los momentos en que no me encuentre pisando uvas, labor que será de mi entera responsabilidad este año.

Bendiciones y salud!!

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