Morir de amor…

 

 

 

Llevo varios días pensando en este tema. Pensé que ya había dicho un sermón sobre el tema y me olvidé. Volvía pensar en ello, busqué el sermón y… ¡nada! Así que esperé mi turno de la PC y lo escribí.

Recientemente escuché varias confesiones donde la frase “morir de amor” fue una constante inquietante. En la tele, antes de retirarme a mi claustro anoche, la actriz de mi programa favorito decir “si te vas… moriré de amor”. Enciendo la radio y escucho un tema que dice: “morir de amorrrr…“. Pero… ¿qué le está pasando a la gente? ¡Es que nadie se muere de amor! es que… ¿no lo entienden?

Yo sé, gracias a mis amplios estudios y conocimientos, que la muerte tiene muchas causas posibles y que ninguna está clasificada en la carpeta de “Muertes por amor”. Me puedo morir de un susto, de un síncope, de una apendicitis, de un ataque al corazón (generalmente, es un marido celoso que descarga su rabia –y su revólver- sobre el corazón del amante), de una infección, de un golpe, de un arañazo (como cuando caen sobre uno, esas lámparas de varios brazos e infinitas luces), por el cigarrillo (si nos detenemos en mitad de la calle a encender uno y cambia repentinamente el semáforo a verde), en fin… ¡pero nunca de amor!

¿Quién se invento ese mito? Visité tres morgues y busqué en miles de certificados de defunción y en ninguno la causa de la muerte fue el amor. Lo más cercano fue el mecánico de una población vecina que fue atacado con un arma contundente improvisada: un amor… tiguador, pero nada más.

Romeo murió envenenado. Julieta como consecuencia de infligirse una herida mortal con arma blanca. Novios despechados cayeron desde un piso elevado y están bajo la etiqueta de trauma craneoencefálico severo. Otros murieron con las venas cortadas a la altura de la muñeca.

Yo creo que es una exageración difundida a través de los siglos y de los medios, para amedrentar a los amantes indecisos por el malo de turno o de turna, ya que ellas también pueden ser las malas de la historia, para evitar que los dejen solos y tener que cenar en el restaurante chino de la esquina.

Aunque algunos insistan en sus canciones en decirlo y repetirlo, como en esta que les traigo de ejemplo (pero también hay renombrados artistas en ese movimiento como Miguel Bosé, Dyango o José Vélez, entre muchos otro) recuerden, por favor, no creerles.

 

 

Bendiciones

                

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