Sofía y Raúl

Hoy salí a caminar por los alrededores de la Parroquia y tuve la grata fortuna de encontrarme a un par de niños que se miraban con mucha ternura y que de sus mejillas emanaba la timidez que los envolvía. Y bueno... se me vienen a la memoria varios recuerdos de esos que no sé si yo quisiera recordarlos, pero que de vez en cuando reaparecen. Lo juro que así es.

Me parece estar viendo esa película en technicolor y en pantalla gigante, sentado en primera fila y acompañado por los muchachos de la cuadra. Todos comíamos crispetas (pochoclos, pop corns), con un chocolate derritiéndose en el bolsillo y una colombina (chupetín) en el otro.

Con nosotros estaba Sofía, la niña más linda de la cuadra. Pero qué digo… ¡la niña más linda del barrio entero! No es que fuera como una reina de belleza, pero tenía su encanto y además cierta clase, que la hacía diferente a todas las demás niñas que hubiéramos conocido en nuestros 12 largos años de vida. En realidad y pensándolo bien, todas las niñas son diferentes. ¡Estoy convencido!

Raúl, no se atrevía a decirle nada a Sofía, a pesar de que todos sabíamos que a ella le gustaba. Desde su llegada al barrio, todos habíamos intentado ser novios de Sofía, pero ella muy decentemente fue diciéndonos que no. Siempre he creído que las Sofías tienen una facilidad innata para decir "Usted no me gusta para nada" y hacernos sentir más felices que caballo estrenando herradura, aunque… !nos hayan plantado!

Pasaron más de dos años en los que Raúl cada semana planeaba el asalto final pero siempre a última hora, a la hora de la verdad, terminaba simplemente, diciéndole con la voz más tierna y entrecortada: "Sofía ¿qui-quieres... darme la hora, por favor?". Soy un convencido de que todos los Raúl deberían usar reloj.

Hoy, más cuarenta años después, aún me despierto con lágrimas en los ojos, pensando en qué habrá sido de ellos. ¿Será que Raúl habrá superado su timidez? y no solamente haya sido capaz de declarar su amor a alguna muchacha sino que además le haya dicho, con voz firme y decidida:

"¿Fulana, quieres, dármela ahora?"

Bendiciones,

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